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La sombra

era en realidad un suicidio que yo realizaba en forma inusitada y nueva.

—¿Y cuál fué el resultado? Tengo curiosidad por saber cómo se portó usted delante de un adversario tan temible.

85 —¡Oh amigo! —dijo el doctor—; el resultado es lo más singular de la aventura; y en ningún modo puede usted sospecharlo. Yo le aseguro que es enteramente distinto de lo que usted se ha figurado.

IV

Confieso que la narración del doctor Anselmo me iba interesando un poco, por pura curiosidad se entiende, pues no podía ver en ella realidad ni verosimilitud.

Había, sin embargo, una pequeña dosis de sentido en el fondo de todos aquellos desatinos, porque la figura de Paris, ente de imaginación, á quien había dado aparente existencia la gran fantasía de mi amigo, podía pasar muy bien como la personificación de uno de los vicios capitales de la sociedad.

Si el doctor inventó aquello, fuerza es confesar que no carecía de algún intríngulis su