Página:La sombra - Celín - Tropiquillos - Theros (1909).djvu/96

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
90
B. Pérez Galdós

aquel corazón, centro de perfidias y engaños.

¡Dios míc!, si el duelo es un crimen; si lo que acabo de hacer es un asesinato, perdona esta falta, precursora de bienes sin cuento. Tú que has permitido la presencia de este monstruo; tú que eres dueño y regulador sabio de los beneficios y los castigos; tú que das la lluvia benéfica, el rocío, el sol, el maná, y permites la peste, el hambre y el incendio, perdonarás, perdonarás la inmolación de este que creaste para nuestro castigo, imponiéndonos el trabajo de vencerle.

» Examiné atentamente el cuerpo de Paris, y vi que de su herida brotaba un torrente de sangre; pero estaba vivo aún: respiraba, movía lentamente los ojos, y me miraba con una expresión que no podía yo definir bien.

» Su mirada no era de tristeza ni de dolor.

El singular estado de mi cabeza me hacía ver en sus labios una sonrisa burlona. Pero á pesar de esto su rostro estaba lívido y su cuerpo desmayado y flojo. ¿Creeréis que al verle así me dió lástima, y hubo un momento en que se aplacó mi odio? Somos hombres al fin. Además, al tocarle, al cerciorarme por mis propios sentidos de que era cuerpo humano, desapareció de mi pensamiento la creencia de que fuese una sombra, un ente de razón; en aquel momento no pensé sino