Página:La sombra - Celín - Tropiquillos - Theros (1909).djvu/60

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
54
B. Pérez Galdós

alcoba, iluminada por misteriosa luz. Entro y veo allí sus ropas arrojadas en desorden, sus joyas... Presto atención y siento el ruido de su aliento me acerco, tomo con trémula mano la cortina del lecho, la levanto, la veo...

Me siento junto á la cama...; sus labios se mueven, me parece que va á hablar...; no dice nada, nada; pero á mí me parece que sus labios han articulado silenciosamente una palabra que no llega á mi oído..., me acerco más...; me parece que frunce las cejas y que después las dilata..., fijo más la atención...; me parece que se sonríe.

— — Todo eso no explica nada—observé con cierto enojo al ver que de la boca del sabio no salían más que embrollos.

Todo eso, amigo mío, sirve para explicarle á usted cuál sería mi estupor, mi espanto, cuando vi...

—¿Qué vió usted, hombre? Sepamos—dije con impaciencia.

—Vi, vi...

El doctor no pudo continuar, porque un ruido instantáneo, horroroso, una detonación tremenda, resonó en la habitación, y claridad vivísima, rojiza, infernal, nos iluminó á todos. Lanzamos un grito de terror. Era que una de las retortas que se calentaban en el hornillo reventó con estrépito: el doctor, con