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B. Pérez Galdós

pués entre dos pilas de Volta, y al fin, no gustándole ninguna de estas cosas, vino á tenderse perezosamente entre los pies de la dueña.

El doctor Anselmo habló de esta manera:

IV

«Lo primero que voy á hacer es darle á usted una idea de cómo era mi palacio, aquel palacio que heredé de mi padre, el más entusiasta coleccionador de obras de arte que ha existido. Comprenderá usted, al conocer por mi relato aquella vivienda, que bien podía esperar la felicidad quien tales medios tuvo de satisfacerla; y al mismo tiempo le causará asombro que yo, joven, rico, dotado, aunque me esté mal el decirlo, de cualidades apreciables, fuera el más desgraciado sér de la tierra. Yo me casé muy á gusto, me casé satisfecho, lleno de entusiasmo, enamorado como un mozalbete: mi mujer habitó conmigo aquella casa hasta que murió. Verá usted cuántas cosas pasaron en tan pocos meses.

¡Qué inquisición, qué tormentos, qué horrible tortura moral!

» Mi casa estaba construída muy misterio-