Página:La sombra - Celín - Tropiquillos - Theros (1909).djvu/251

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
245
Theros

Y diciéndolo, se acercó á mí. Creí hallarme de súbito en la proximidad de un incendio, porque no era ya calor, sino llamaradas insoportables lo que el misterioso cuerpo de la endemoniada ninfa despedía.

«Señora, señora, por amor de Dios — exclamé. Es muy doloroso para un caballero huir... Es un desaire, una grosería, pero...» Me hubiera arrojado por la ventanilla si la rapidez de la locomoción no me lo impidiese. Felizmente, la misma que tan sin piedad me achicharraba, brindóme con refrescos, que sacó no sé de dónde, y esto me hizo más tolerable su plutónica respiración y aquel tufo de infierno que de su hermoso cuerpo emanaba.

ĺbamos por la alegre comarca que separa las Dos famosas Hermanas andaluzas á orillas del florido río, entre naranjales y olivos, saludando cada dos ó tres leguas á un pueblo amigo, tal como Lora, Peñaflor, Palma. Ya cerca de Córdoba, mi sofocación puso á prueba mi paciencia, pues sintiendo que los sesos me burbujaban como si hirvieran y que mi sangre se iba pareciendo á un metal derretido, tomé la resolución de librarme de la molesta compañera que desde Jerez traía, y al punto, una vez parado el tren, apresuréme á poner en ejecución mi pensamiento,