Página:La sombra - Celín - Tropiquillos - Theros (1909).djvu/247

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
241
Theros

maldito zumo de oro que había alojado en mí. Hallábame cortado y absorto, y seguramente contribuiría á esto mucho el aspecto singularísimo y por mí nunca visto de aquella persona.

Causábame estupefacción indecible su persona y su traje, del cual no podía apartar los asombrados ojos; y en verdad no es fácil imaginar atavíos más originales. No debía sostenerse que el traje de la dama fuese extravagante, sino que no tenía traje alguno.

Tengo idea de haber dicho á medias palabras, teñida de rubor la cara y apartando los ojos: «Señora, tenga usted la bondad de vestirse... Ese traje, mejor dicho, esa desnudez no es lo más á propósito para viajar en pleno día dentro de un coche del ferrocarril.» Echóse á reir. Era de una hermosura sobrehumana.

Yo recordaba vagamente haberla visto en pintura no sé dónde, en techos rafaelescos, en cartones, dibujos, quizás en las célebres Horas, en relieves de Thornwaldsen, en alguna región, no sé cuál, poblada por la imaginación creadora de los dioses del arte.

Nada de cuanto modelaron griegos ni de cuanto cincelaron florentinos puede superar á la incomparable estructura de su cuerpo.

16