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Tropiquillos

hijo de Confucio y despertar de su nirvana al bramín que tiene el mal gusto de emborracharse con agua y meditaciones.

Suyo es el picor de las conversaciones francesas, impregnadas de travesuras; suya la fantasía de los artistas flamencos, el humorismo de Teniers, la gala de Rubens; suya es también esa seriedad cómica del inglés, esa fiebre de trabajo, esa excitabilidad discreta que á tantos y tan grandes éxitos conduce.

En el Olimpo antiguo y el moderno, en la literatura y en la religión, en las costumbres y en las artes, en la vida toda, en fin, hallaréis la influencia poderosa de este inmenso colaborador del trabajo humano.

VII

Vinieron días húmedos, y una lluvia fría y persistente azotaba los árboles, cuyas ramas se desnudaban á impulsos del viento. Á pesar de esto, yo me sentía más fuerte. desaparecieron mis temores de una muerte próxima, y dejaba de inspirarme horror la estación otoñal.

«Ya ves cómo no pasa nada — decíame en la mesa mi amigo, después de celebrar mi buen apetito con actos que al mismo tiempo