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Celín

CELIN Pero qué, ¿viene hacia acá?

No; está aquí desde ayer. Á la vuelta de esta tapia lo veremos.

Corramos— 179 dijo la señorita impaciente. Esto debe concluir pronto. Cuidado, hijo, como das cuenta á nadie de lo que me veas hacer.

CAPÍTULO V

Refiérense las increíbles travesuras de Celín, y cómo fueron él y la inconsolable en seguimiento del río Alcana.

Y corrieron tanto, que Diana, fatigada, se detuvo junto á un grueso pilar de sillería.

Hallábanse bajo el viaducto del ferrocarril, y pronto, á la luz del naciente día, vieron la fila de pilares, y encima el inmenso tubo de hierro por donde el tren pasaba. Diana no podía respirar, y tuvo que sentarse; Celín permaneció en pie; oyóse un ruido lejano y sordo que crecía á cada instante. Era el tren que se aproximaba silbando y embestía el viaducto como un toro. Oyeron sus pisadas