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mo, no le faltarán cuidados. Tiene diez personas á su alrededor, su padre, su madre, su abuela y todos los criados...

Berta interrumpió.

— Su madre!

Equivocándose sobre el sentido de esa exclamación, la pobre muchacha fea, cuyo corazón era tan hermoso, contestó: —Es verdad que su madre no sirve para gran cosa..pero, sin embargo, en este caso ya se despabilará... Todas las madres se despabilan por sus hijos.

Berta le echó una mirada indiferente y respondió suspirando: —¡Ay!

Regino apoyaba y ampliaba las palabras de Sofía.

—No, lo que es aquél no carecerá de nada... Tienen de qué y no miran el gasto... La fortuna es buena algunas veces... en las enfermedades, sobre todo.

José se despertó y su pálida y demacrada cara se iluminó al ver alrededor de la cama á toda su gente.

Tendió indistintamente los brazos al grupo y ya Regino y Sofía estaban en pie, poseídos de ardiente alegría...

José! hijo querido; te sientes bien, muchacho?

El niño sonrió á aquellos dos adictos, pero, detrás de ellos, estaba su madre postrada y sin verle ni ocuparse de él.

Garnache, entonces, se irritó.

—Mujer—dijo con voz sombría, ¿dónde estás?

¿Qué te sucede?... No has llorado' cuando nosotros llorábamos; ni ríes cuando hay que reir... ¿Has pasado toda tu alma con tu leche á ese niño feliz que no te necesita ?

Berta le respondió con mal modo: —Bah!... Déjame en paz!