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Los elementos indios del castellano de Chile

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RODOLFO LENZ
(SANTIAGO DE CHILE)

LOS ELEMENTOS INDIOS
DEL CASTELLANO DE CHILE
 

Extracto de las Actas del XVII° Congreso Internacional
de Americanistas
, pág. 232 y siguientes

 
BUENOS AIRES
IMPRENTA DE CONI HERMANOS
684, PERÚ, 684

1912

LOS ELEMENTOS INDIOS DEL CASTELLANO DE CHILE[1]


La gramática de una lengua enseña cómo piensa el pueblo, es decir, expone en forma sistemática i jeneral hasta qué grado corresponden o no corresponden las leyes de su idioma a las categorías lógicas i a los fenómenos sicológicos que se observan en el pensamiento humano en jeneral. Tal estudio se refiere a la forma del lenguaje. En cambio en el diccionario aprendemos cuáles i cuántos son los conceptos claros e independientes a cuya formacion ha llegado la evolucion síquica de la nacion, conocemos el material del lenguaje, el caudal de sus ideas.

El estudio de las etimolojías de una lengua reduce los conceptos actuales a sus oríjenes, i clasificando las voces segun las lenguas de que se derivan, aprendemos cuánto han contribuido las distintas naciones al estado actual del lenguaje, o, lo que es lo mismo, al estado actual de la evolucion síquica i cultural de la nacion correspondiente. Así como no existen pueblos de raza absolutamente pura i única, así tampoco existen lenguas que no hayan recibido ciertas voces de sus vecinos. Todas las lenguas de los pueblos de civilizacion europea conservan en sus etimolojías la espresion clara de la historia de su cultura.

Así el inglés moderno al lado de la masa enorme de las voces más populares de proveniencia jermánica, no solo contiene restos de los idiomas de los celtas a quienes vencieron los anglosajones, sino que demuestra tambien por la aceptacion de voces como street (latín strata), que los romanos habian construido grandes calzadas en la Britania conquistada; church, del griego ϰυριαϰη, nos indica que esta nacion pagana anglo-sajona abrazó una relijion nacida en el terreno de la antigua cultura griega. Voces como beef, mutton, veal, indican que la cocina de los conquistadores anglo-normandos se impuso, probablemente como superior i mas refinada, a la cocina anglo-sajona (francés moderno bœuf, mouton, veau, éste último en francés antiguo veel = latin vitellum).

No quiero insistir en las numerosas voces de carácter jeneralmente abstracto que prueban la enorme influencia que produjo en toda la Europa el renacimiento de los estudios de las naciones antiguas de civilizacion superior, la latina i la griega.

Del mismo modo en la lengua castellana moderna sobrevive el recuerdo de que hace mil doscientos años los árabes trajeron a la España subyugada una cultura en muchos puntos superior a la de la raza que se había formado por la fusion del conquistador romano con el celtíbero, nuevamente conquistado por las tribus jermánicas de suebos, visigodos i otros. El albañil que hace acequias, alcantarillas i casas con zaguanes i azoteas, fué árabe.

Trasplantada a los vastos territorios de la América la lengua de los conquistadores castellanos, tuvo que amoldarse a la naturaleza antes desconocida del nuevo mundo, tuvo que adaptarse a otro sistema de vida, con alimentacion i habitacion distintas de las antiguas españolas.

Es sabido que el lenguaje castellano en todas las provincias de antiguo reino de ultramar ha aceptado un número considerable de voces indíjenas de América.

El Diccionario de chilenismos de Zorobabel Rodríguez (Santiago 1875), contenía unas doscientas cincuenta palabras derivadas de lenguas indíjenas americanas. Más tarde, en 1902, los Estudios etimológicos del señor Alejandro Cañas Pinochet, elevaron este número casi hasta el doble. Pero estos guarismos debían de estar todavía lejos de la verdad de los hechos.

Investigar hasta qué límites ha llegado esta mezcla del lenguaje español con el indio en el territorio de la república de Chile ha sido mi tarea desde veinte años. En 1902 [2] ya podía publicar un pequeño trabajo preliminar que mostraba unas quinientas voces de origen indio, con unos doscientos cincuenta derivados, clasificados segun las esferas de ideas a que se referían. De esta lista había excluido casi todos los nombres de plantas i animales.

Pero comprendía que era necesario incluir estas voces. Me puse a rejistrar los ocho tomos de la Botánica y los otros tantos tomos de la Zoolojía de Chile de Claudio Gay i las otras de R. A. Philippi, leí docenas y más docenas de volúmenes de los principales cronistas e historiadores de Chile, apuntando las palabras indias que ellos usan como castellanas en sus escritos. En 1901 tuve una larga serie de conferencias con mis alumnos i ex alumnos del Instituto pedagójico, a las cuales también asistían muchas otras personas interesadas en la materia. Todos estos colaboradores me ayudaban en mi tarea de apuntar i localizar jeográficamente los términos indios del lenguaje vulgar. Así alcancé en 1905 a publicar la primera mitad de mi Diccionario etimolójico de las voces chilenas derivadas de lenguas indígenas americanas. La impresion había durado mas de un año, por esto el título llevaba la fecha falsa de 1904. Esperaba concluir la obra en 1906; pero enfermedades i un recargo estraordinario de tareas oficiales me imposibilitaron para el trabajo durante dos años. Solo en agosto de 1908 comenzó la impresión de la segunda mitad; solo en este mes, tres días antes de partir para Buenos Aires, pude obtener los primeros ejemplares del libro que ahora tengo la honra de presentar a esta docta asamblea del XVII° Congreso de Americanistas.

Sobre un diccionario no se puede hacer un discurso. Ahí está para que lo consulten los interesados, para que averigüen cuántos de los muchos centenares de etimolojías nuevas que propongo, les parecen aceptables, para que completen los datos sobre la espansion jeográfica de los términos apuntados, para que agreguen los que faltan.

Con la intencion de anticipar al menos algunos datos jenerales que estimo interesantes, he hecho en los últimos dias una estadística lijera respecto al significado i la proveniencia de estas voces. Espero tratar todo esto largamente en la continuacion de la obra.

Antes de dar los guarismos de las voces indias tengo que recordarles que muchas, muchísimas de las palabras solo se usan en algunas provincias o entre cierta clase de jente, como los pescadores de Chiloé, los mineros de Copiapó, los labradores de Maule. No habrá ningun chileno vivo que conozca siquiera la mitad de todas las palabras que tengo apuntadas, pero créanme que no he inventado ninguna palabra, si bien yo o mis colaboradores somos mortales espuestos al error. Las añadiduras i rectificaciones a la primera parte llenan mas de setenta pájinas impresas; no presumo que la segunda parte esté mucho mejor que la primera.

Las voces indias que han sido incorporadas en el lenguaje vulgar de Chile provienen principalmente de tres fuentes.

1ª Voces que en la primera época de la conquista han entrado al lenguaje castellano enseñadas por los indíjenas de las Antillas i de Méjico (por ejemplo; canoa, ají, tabaco, huracán; malacate, tomate, chicha, chocolate, etc.). De esta clase de palabras, conocidas en todo el mundo castellano, de las cuales no pocas han pasado tambien a los demas idiomas civilizados, i agregándoles un número respetable de voces del guaraní i aimará i algunas otras que han pasado los límites de Chile desde el este i el norte, se conservan en Chile ciento setenta y ocho simples, de las que se han formado unos ochenta y tres derivados.

2ª Voces que pertenecen en su origen a la lengua de los incas, el quechua: doscientas sesenta i seis simples i doscientas treinta i seis derivadas. Estas yoces o han sido aprendidas por el español en el Perú i llevadas a Chile, o se han tomado de la lengua quechua que se hablaba al tiempo de Pedro de Valdivia en el norte i el centro de Chile hasta el río Maipo por una parte de la población del país, al lado de la lengua propia de Chile, que desde Coquimbo al sur era el mapuche (que comunmente, pero sin razon suficiente, se llama araucano).

3ª Voces derivadas de la lengua de estos indios de Chile, los mapuches, que desde Coquimbo hasta el Maipo ó poco mas se encontraban bajo el dominio del inca, mas al sur eran los dueños únicos del terreno hasta Chiloé. Las voces mapuches que han entrado al chileno, son mil ochenta simples con unos doscientos setenta i tres derivados [3].

Resultan, pues, en todo unas mil quinientas treinta i dos voces simples indias, mas ó menos asimiladas con unos quinientos noventa i dos derivados con terminaciones conformes a la gramática castellana. En todo dos mil ciento veinticuatro palabras de oríjen indio.

Respecto al significado, segun un rápido cálculo, que en sus detalles se modificará tal vez algo cuando lo rehaga con todo cuidado, he hecho por el momento solo la clasificacion siguiente:

1° Palabras anticuadas que solo se encuentran en los historiadores: cincuenta i siete (cuarenta i dos del mapuche, ocho del quechua, tres de otras lenguas);

2° Palabras que llamo etnolójicas, nombres de las principales tribus, dignidades sociales, utensilios i costumbres de indios que se mencionan en la literatura etnolójica moderna, sin pertenecer propiamente al lenguaje vulgar del bajo pueblo chileno: veintinueve del mapuche, siete del quechua, once de otras fuentes, en todo cuarenta i siete con dieciocho derivados;

3° Palabras de zoolojía, nombres de animales: ciento sesentiuna del mapuche, diecinueve del quechua, veintitrés de otras lenguas = doscientas tres.

De estas voces se han derivado cuarenta i cuatro otras que como huanaquero designan al cazador, viscachera, el paraje donde se encuentra el animal, su habitacion, etc.;

4° Palabras de botánica, nombres de plantas: doscientas setenta i seis del mapuche, cincuentiocho del quechua, treinta i cinco de otras lenguas = trescientas sesenta i nueve.

De ellas se forman ciento catorce derivados. Llamo la atencion sobre el crecido número de estas voces de historia natural (quinientas setenta i dos con ciento cincuentiocho derivados), porque prueban un conocimiento de la naturaleza del país por parte del bajo pueblo de Chile que raya lo increible.

Hai que agregar que muchos animales i vejetales propios de Chile han recibido nombres puramente castellanos, como flor de mayo, flor de la perdiz, roble, avellano, ciruelillo, olivillo, parrilla, trucha, zorro, raton del campo, etc., etc. También he excluido de este cálculo unos noventa y seis nombres de animales i veintiocho de plantas que Gay considera como nombres vulgares chilenos, pero que solo se usan entre indios.

Hasta qué grado se ha calumniado a los indios mapuches de Chile, diciendo que eran salvajes, casi sin agricultura, que apenas habían aprendido de los incas el cultivo del maiz i del poroto, lo probaré en el segundo tomo de mi obra. Baste por ahora decir que el cultivo de la papa (Solanum tuberosum), que los españoles más tarde equivocadamente denominaron patata, ha sido tan intensivo i desarrollado que el agricultor chileno denomina ochenta i siete razas de papas con nombres de procedencia india; verdad es que algunos de estos nombres solo son derivados de nombres jeográficos de «pueblos», como decimos en Chile, es decir, de lugarejos i aldeas.

5° Palabras culturales, permítaseme traducir así el término Kulturwörter, es decir, palabras que designan objetos o procedimientos debidos al desarrollo específico de la cultura indíjena, el modo de construir murallas i paredes con pircas i quinchas, guisos i utensilios de la cocina, como el charqui i el chuico (jarro de greda), el cultivo del campo con calla i pitron, el trabajo de las minas con combo i apir, el telar con tonon i ñerehue i otras mas. Aquí deberian tambien agregarse las plantas de cultivo i sus preparaciones i usos.

De estas palabras culturales se derivan: ciento veintiséis simples con veintitrés derivadas del mapuche, cincuenta i cuatro simples con treinta i seis derivadas del quechua, treinta i cuatro simples con seis derivadas de otras lenguas. En todo, doscientas catorce simples con sesenta y cinco derivadas.

6° Queda el grupo mayor de todos, las voces que denomino por ahora «jenerales»; ellas se clasificarán mas tarde detalladamente. Designan relaciones abstractas de parentesco i sociedad, cualidades i acciones; entre ellas hai al lado de los sustantivos tambien adjetivos i verbos. Son los elementos que espresan más directamente las relaciones síquicas entre el indio i el español. De ellos se derivan: Trescientos sesenta simples, mas ciento veintiuna del mapuche, ciento veintiuna simples con ciento veintiocho derivadas del quechua, setentidos simples con treinta i cuatro derivadas de otras fuentes; en todo, hai quinientas cincuenta i tres simples con doscientas ochenta i tres derivadas, es decir, forman mas de la mitad de todas las voces aceptadas de lenguas indíjenas.

Á las cifras indicadas en los detalles se agregan unas ocho voces simples i sesenta i seis derivados que no he clasificado por encontrarse solo en los suplementos. Resulta un total de mil quinientras treinta i dos voces simples i quinientas noventa i dos, es decir, dos mil ciento veinticuatro palabras en todo.

Es un rasgo particular de las palabras de orijen indio la poca fijeza fonética en las diferentes rejiones. Solo en pocos casos se trata realmente de distinciones dialectales primitivas, como cuando la ü del mapuche en ciertas provincias da generalmente una i castellana, en otras una e. A menudo la misma voz tiene seis i mas formas distintas en una misma rejion.

Las mil trescientas cincuenta i tres palabras derivadas del mapuche muestran seiscientas cuarenta i seis variantes, las quinientas dos voces procedentes del quechua noventa variantes i las doscientas sesentiuna voces de otras fuentes, veinticinco variantes. Se ve que a este respecto las mas variables son las mapuches, porque muchísimas de ellas pertenecen solo al lenguaje vulgar de ciertas rejiones, mientras las palabras sacadas del quechua i otras fuentes, son en mayor grado familiares en todas partes i aun literarias, i de consiguiente ya mas consolidadas en su forma fonética. Advierto que al contar las variantes no he tomado en cuenta meras alteraciones ortográficas, como si huano, huaso se escriben con h o con g inicial. Tampoco he contado las variaciones entre ll i y i entre l i r que en ciertas rejiones corresponden al desarrollo moderno del lenguaje castellano de Chile.

Respecto a los derivados, las voces sacadas del quechua son las mas fértiles, pues entre ellas hai casi tantas derivadas como simples, mientras de cien voces mapuches se sacan poco mas de veinticinco derivadas.

Mientras del árabe casi no se derivan mas que sustantivos castellanos i tambien en las voces españolas sacadas de los dialectos jermánicos, escasean los adjetivos i verbos, de las lenguas indias se forma una serie de verbos i adjetivos.

En los verbos se pueden distinguir:

1° Los derivados por procedimientos de grámatica castellana, como challar de challa, achampar de champa, charquear de charqui o charque (conté de esta clase ochenta i cuatro verbos, de los cuales treinta i tres terminan en ear);

2° Los verbos primitivos como llapihuar (pestañear), pilluntiar (decir secretos), etc. (unos diez i seis en todo);

3° Los verbos primitivos formados con la sílaba mapuche ca, como chapecar (trenzar) de chape (trenza), pañitucar (gozar de la resolana, se dice tambien estar al pañi), meducar o meucar (cabecear de sueño), etc. De esta formacion hai unos treinta i cinco verbos, pero en algunos de ellos es dificil decidir si ca es la sílaba formativa o casualmente terminacion de un sustantivo mapuche, como en achipilearse (atorarse) de chipilca, chupilca, tupirca, cupilca (mazamorra rala de harina, tostada en chicha);

4° Finalmente, hai una serie de espresiones verbales, la mayor parte solo usadas en Chiloé, que se forman con el verbo castellano hacer, como hacer cupu (asar), hacer cheque (llevar a cuestas = llevar al apa), hacer ñedu (pelar un pellejo), hacer panu (comer harina tostada sin líquido, a puñados; en otras partes de Chile se dice panucar o panuncar), etc. De esta clase de espresiones, que muestran la lengua en vias de formacion hai una veintena.

Para que se vea qué curiosos resultados da la clasificacion sicolójica detallada de las palabras, mencionaré solo la de los adjetivos primitivos derivados de lenguas indias, en todo unos noventa adjetivos, mas de la mitad provenientes del mapuche.

Pues bien; de estos noventa adjetivos, unos treinta i dos significan defectos físicos i estados morbosos del hombre, como coico, curco, curcuncho = jorobado; cheuto = labihendido; pilon = con una oreja menos; moca = tartamudo; doce mas espresan fenómenos parecidos en animales, sobre todo en animales domésticos, como quetro del gallo que no canta bien; melimeta o melihuaca, carnero que tiene mas de dos cuernos, etc.; cinco otros adjetivos espresan defectos parecidos en objetos como carpel, desportillado, de ollas i cántaros; huentra aplicado á la lana apelmazada. En todo, algo como cincuenta adjetivos que designan defectos físicos.

De los demás cuarenta adjetivos, nueve significan «pesado, torpe», cuatro «flojo», dos «duro», tres «feroz, bravío» (bagual, caita, chúcara). Diez adjetivos se refieren a cualidades síquicas, cinco son colores i quedan solo pocos de difícil clasificacion, como chumo, desabrido, mucre, de gusto astrinjente, huelan, medio seco de la madera, etc.

Espero no engañarme si creo que el estudio minucioso de las relaciones lingüísticas i etnolójicas de estas voces emprestadas que enseñan cuánto aprendió el orgulloso español de su vencido enemigo, ha de darnos nuevas luces sobre la difícil cuestion de cómo se forman lenguas mezcladas i cómo nacen nuevas razas por la fusion de elementos distintos.

Tambien es notable la observacion de que en Chile se usan mas de dos mil voces indias, de las que apenas un par de docenas figuran en el diccionario de la Academia. Es probable que en la mayor parte de los demás países suceda algo análogo. El diccionario de catamarqueñismos del señor Lafone Quevedo da una buena muestra de lo que se puede recojer en la República Arjentina. De consiguiente, si se hacen colecciones parecidas a la mia en todos los paises latino americanos, lo que es de suma urjencia, crecerá el diccionario castellano a lo menos en unas treinta mil voces. Tomando en cuenta tambien los rejionalismos de oríjen castellano que son desconocidos en España, llegará a duplicarse el caudal apuntado en el diccionario oficial de la lengua.

Esto es todo lo que la premura del tiempo me permite anticipar al presentar a la mesa, los primeros ejemplares completos de mi libro.

Notas
  1. Véase la obra del mismo autor: Los elementos indíjenas en el castellano de Chile, Santiago 1910. (Nota de la redacción.)
  2. «Die indianischen Elemente im chilenischen Spanisch, inhaltlich geordnet», en Beiträge zur romanischen und englischen Philologie. Festschrift für Wendelin Foerster. Halle, 1902.
  3. No cuento entre los derivados aquellas formas diminutivas i aumentativas en -ito i -azo, que se pueden formar mas o menos de todos los sustantivos, sin corresponder a ideas esencialmente nuevas.