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Siluetas parlamentarias: 18

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Nota: En esta transcripción se ha respetado la ortografía original.


MANUEL GOROSTIAGA


Poca fé tengo á los prestigios que sur gen sobre las pasiones de una lucha política.

No sé por qué me parece que son los peores peces aquellos que se levantan sobre las olas del mar, en las horas de huracán y de tormenta.

La República Argentina no puede presentar ejemplos saludables en abono del sistema electoral que forma la base de nuestro gobierno representativo.

El Sufragio universal será todo lo bueno que se quiera, en el terreno doctrinario.

Pero su base cuantitativa facilita todas las mistificaciones que, como los rayos luminosos de una linterna mágica, proyectan desconocidas sombras sobre el fondo del escenario político.

El Diputado Gorostiaga hizo su aparición en la lucha electoral que ha terminado no há mucho con la pacífica trasmisión de las insignias del Jefe del Estado.

Reveló todas las condiciones del partidario leal y decidido, cuya actitud sirve de estimulante al correligionario, y le atrae las simpatías del caudillo...

Su voz inspirada tuvo acentos vibrantes para dar vida oratoria á los sentimientos de su altruismo político.

Su pluma corrió mas de una vez sobre la carilla destinada á exornar las cajas del tipógrafo, y sus escritos acusaban la tensión intelectual de aquel cerebro dispuesto para los pensamientos nobles y patrióticos.

Y en medio de la contienda fragorosa, en el consejo como en la acción de los centros políticos, Gorostiaga descollaba con sus iguales en calidades activas: valor, prudencia y perseverancia.

Estas tres condiciones son los factores de la fórmula del carácter humano según Comte.

Y con carácter se hace mucho... Pero, ay! el Diputado Gorostiaga tiene una sombra!

La perfidia destruyó la obra de la prudencia política del caudillo santiagueño, cuando el famoso pacto de la famosísima Intervención del doctor Chavarria.

Los desbordes autoritarios neutralizaron la valerosa actitud del jefe de la mas importante fracción opositora de Santiago.

Y maniobras electorales incenfesables esterilizaron el trabajo perseverante del hombre que soñó con la regeneración de las masas de su Provincia, mediante la libre manifestación de sus grandes aspiraciones.

Pero ese don Absalón!... C'est la béte noire de Mr. Gorostiaga.

El ex-Senador Absalón Rojas, actual gobernador de Santiago, ha encarnado las resistencias oficiales al movimiento liberal que encabezó Gorostiaga durante la última contienda entre los candidatos para la Presidencia de la República.

Soy mas aficionado á calificar los hechos que á fallar contra los autores, cómplices y fautores de los acontecimientos políticos.

Pero cuando se trata de ubicar el lote de responsabilidad que corresponde á cada personaje en sucesos de trascendencia para el país, entonces no hay mas remedio sino empuñar el mazo, y ... á Dios rogando.

No haya temor, empero, de que ataque con alevosía y encarnizamiento al senador Rojas, pero ni tampoco á ningún hombre público de mi país.

Mi afición al naturalismo me impide responsabilizar demasiado la espontaneidad humana, aparte de que para mí, ni lo bueno en absoluto existe, ni lo totalmente malo pasa de un recurso literario, ya fósil, de los novelones de traidor infalible.

Pero, retournos á nos moutons, no á los de Panurgo, sino á este mismo, ó á sus reproducciones en la tela de la política santiagueña.

El interventor Chavarria y el ministro Matienzo no están exentos de responsabilidad en la ascensión inopinada de Rojas.

Por lo menos, contribuyeron á formar las circunstancias en medio de las cuales pelechó la inflaencia maturranga de don Absalón.

Y este es hombre peligroso en punto á defender posiciones políticas.

Gorostiaga, su adversario, era el llamado á desalojar esa influencia sin raices en la opinión.

Pero el diputado escolló en el maquiavelismo de aldea de su contendor.

¿Incapacidad, desidia, imprevisión?...

Nada de eso. Aunque Gorostiaga hubiese desplegado recursos del mismo valor que los de su adversario, no habria obtenido mas resultado que el de incitar á mayores demasías á sus desesperados enemigos.

El éxito no podía coronar los esfuerzos de Gorostiaga. ¡Estaba escrito!

El diputado Gorostiaga es hombre joven y nuevo en la política de su patria.

Bien que su fisonomía y aún su voz lo coloquen entre los hombres de coeur, las condiciones de su actividad le dan un lugar entre los hombres de carácter.

No será por sí lo que llamamos un carácter, que eso poco abunda; pero posee una voluntad con el temple suficiente para las iniciativas de varon fuerte, y para los actos de trascendencia política.

Se ha enaltecido, apropósito del ex-Presidente Roca, esa facilidad que le atribuyen para el conocimiento inmediato de los hombres.

No es mas que el desarrollo, muy distante de ser raro, de una aptitud indispensable pero no esencial en el político.

Quiero decir que, siendo el político un hombre de vistas justificadas por sus antecedentes de vida política, solo para las relaciones prácticas que de aquella emanan, requiere una perspicacia extraordinaria.

Y aún no es necesario poseer el «golpe de vista» ó «tanteo» para conocer al primer individuo que se presente. Prefiero esa misma aptitud, pero bien ejercitada, y como un medio de apreciación á posteriori.

El Diputado Gorostiaga usufructúa con éxito esa propiedad de su entendimiento.

Y como este tiene mucho de generalizador, el simpático congresal ha formado un cuadro sinóptico de su particular uso para el acabado y exacto conocimiento de los hombres políticos.

Y si á esto se une cierto sentido práctico respecto de las cosas, sobre las que forma tan prudente juicio como de los hombres, resulta perfilado un criterio sólido y adecuado para cualquier político de mayor cuantía.

Por otra parte, es de felicitarse que Gorostiaga haya nacido en Santiago.

Las aptitudes que le he atribuido no son escasas entre nosotros; pero la vivacidad porteña las convierte en molduras de ornato individual.

En Gorostiaga sirven de prendas del vestido político de su personalidad moral.

Es que, como casi todos los hijos de las provincias interterráneas, se distingue, menos por su velocidad que por su seguridad y resistencia en las concepciones intelectuales de largo tiro.

Tampoco le falta la «arenilla dorada» de una conversación franca, agradable y expansiva.

Y sobre todo, pertenece á la verdadera juventud, no tanto por lo dicho, como por lo que he callado.

El carácter de la juventud dorada, no consiste en un pulimento imperfecto que borra ciertas preocupaciones, y deja las rugosidades de otras no menos añejas.

La juventud no debe ser liberal en el sentido estricto de la palabra, sino dando á ese adjetivo la mas amplia de las significaciones que la filosofía política le atribuye en los diccionarios intitulados con el triple lema de la democracia francesa.

El Diputado Gorostiaga ha ocupado alternativamente la tribuna periodística, la de las asambleas populares, y la de los debates parlamentarios.

Como orador, Gorostiaga ha corroborado la frase antigua: pectus est quod disertos facit.

En efecto, á su corazón debe su elocuencia.

Sin ser perfecta, y por mucho que su voz no tenga la ostensión que sus párrafos vehementes exigen, responde sin embargo á sus fines: conmover, persuadir y convencer.

No ha robustecido Gorostiaga su mente con ese estudio nutrido que á la vez suministra el ladrillo y la argamasa de las construcciones oratorias.

Sin embargo, sus exposiciones, claras y lógicas, esfumadas con algunas bellezas de buen gusto, no se resienten de falta de trabazón en las ideas.

Si fuera menos parco de discursos, no dudo que obtendría la pureza de dicción, la flexibilidad de acento y la armonía de gestos, que son accesorios del orador. Pero este es título que no persigue Gorostiaga, pero que ni lo envanece.

Preferiría el de periodista, y á fe que tiene dedos para el oficio.

Sus artículos se dejan leer después de engullido el primer párrafo.

Conoce el secreto del interés de los lectores, como quiera que trate los temas menos amenos y fecundos.

En estilo fácil, correcto y agradable, disuelve con prudencia la materia prima, y como su competencia es de buena ley, los artículos carecen de pesadez y de superficialidad.

En cuanto á los principios que constituyen el fondo de la personalidad moral de Gorostiaga, pueden ustedes inducirlos del ligero y pálido esbozo de su actitud política, que he acometido al empezar esta silueta.

Honrado en sus tendencias, convencido de sus ideas, y leal á su credo político, es uno de los miembros mas distinguidos de la oposición parlamentaria.

Se ha formado en la estrategia ofensiva de los opositores, á tal punto que escollaría en la táctica defensiva de las fracciones situacionistas.

Como los jefes habituados al ataque, no sabría conducir una retirada.