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La sombra

agitación que le devoraba, siguió el relato del modo siguiente: «La sombra, el demonio, el semidiós, la pintura ó lo que fuera, me miró un rato con aquella sonrisa maliciosa que tan bien ejecutara el artista en el cuadro donde anteriormente estaba, y después me dijo: «Ella me ha visto, sí, me ve en todas partes. Cuando pronunció aquel sí copulativo, que tan envanecido tiene á su esposo, me vió en el altar, en las luces, en el blanco ropaje de su vestido, en los negros paños del frac de usted. Desde entonces me encuentra en todas partes; en todos los reflejos halla la luz de mis miradas, en todos los ecos oye mi voz, en su propia sombra ve la mía... Abre su libro de oraciones, y las letras se mueven para formar mi nombre; habla con Dios, y sin querer me habla; cree escuchar el ruido del aire, el sonido profundo y perenne de la naturaleza, y escucha mis palabras; está despierta, y me espera; está sola, y me recuerda; duerme, y me invoca. Su imaginación vuela agitada en busca mía sin reposar nunca. Yo vivo en su conciencia, donde estoy tejiendo sin cesar una tela sin fin; vivo en su entendimiento, donde he encendido una llama que alimento sin tregua. Sus sentimientos, sus ideas, todo eso soy yo; conque. á ver si