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Nada de tolerancia con la Iglesia

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Nada de tolerancia con la Iglesia (18 sep 1870)
de Teobaldo Nieva
Nota: «Nada de tolerancia con la Iglesia» (18 de septiembre de 1870) La Federación (57): pp. 3-4.
NADA DE TOLERANCIA CON LA IGLESIA
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No faltarán filósofos y libres-pensadores eclécticos que habrán fruncido las cejas al leer tan solo el título del presente artículo.
Sobre todo, los políticos farsantes pondrán como suele decirse el grito en el cielo ; ¡ellos que no han tolerado á los ateos difundir sus ideas entre las multitudes, con el fútil re esto de que el pueblo no está aun en disposicion de recibir ciertas doctrinas!...
Por poco que un hombre mas avanzado que ellos en el camino de la verdad y de la razon venga á turbar su soñolencia, echándoles en cara las fluctuaciones de que se hacen reos, gritan llenos de ira: «¡Atrás, malvados! La conciencia es un santuario donde no teneis el derecho de penetrar; no soñais mas que destruccion y ruina; enemigo del progreso y de la libertad, atrás! ¿Acaso la iniquidad debe justificar ó autorizar represalias? ¿Podemos amenazar á nuestros adversarios con la ley del talion ? La tolerancia es la espresion del derecho natural. Ejercer represalias contra la iniquidad, es justificar la misma iniquidad, tanto en el pasado como en el porvenir ; nosotros los hombres de la libertad, nosotros, los campeones de la razon, no podemos invocar nunca, sin dejar de ser lógicos, la intolerancia, ó lo que es lo mismo el derecho de la fuerza. Esto seria declararnos partidarios del esclusivismo y de la tiranía. »
Todas estas declamaciones y aun mayores, en fogoso y enfático estlo, salen de los lábios y de las plumas de estos pretendidos amantes de la libertad y del progreso, que en el momento que teneis la desgracia de desaprobar sus doctrinas contemporizadoras, son ya vuestros severos jueces. Y si por escapar de una avalancha de frases ampulosas ó irónicas, tomais el partido de callar ó de retiraros, entonces la mas dura crítica cae sobre vos y hasta os denuestan tratándoos de estraviado, envidioso, loco, indocto, qué se yo ? Por supuesto, todo en nombre de la misma tolerancia.
Pues no ! Tiempo es ya de decir á estos eclécticos graves, llenos de orgullo y de indecision, pensadores que fluctuan entre todos los sistemas, dominados por el egoismo ó por el miedo, tiempo es ya, repito, de decirles: No, la Libertad del pensamiento lo mismo que todas las libertades, no implica la tolerancia.
Me esplicaré; y no hago mas que estar en mi derecho.
Prescindiendo de definir la palabra tolerancia cuya significacion daria lugar á diversas interpretaciones, apelaré al mismo Evangelio,—ya que en él está para algunos el inagotable manantial de toda libertad y de todo derecho.—En el, en el discurso de la Montaña, encuentro de la manera mas completa y concluyente el verdadero comentario de la tolerancia.
«Vosotros sabeis que se os ha enseñado,—dijo Cristo á la multitud que le rodeaba,—ojo por ojo y diente por diente; pero yo os digo: No hagais resistencia contra el mal, y si alguno os hiere en la mejilla derecha presentadle la izquierda.—Y si alguno os pone pleito queriendo llevarse la túnica, dejadle tambien la capa; y si alguno os quiere obligar á que le acompañeis una legua, id con él dos. Vosotros sabeis que se os ha dicho: amarás á tu prógimo y aborrecerás á tu enemigo ; pero yo os digo: amad á vuestros enemigos y bendecid á los que os maldicen; haced bien á los que os aborrecen, y rogad por los que os persiguen. »
Esta es la significacion mas clara y terminante que se puede encontrar sobre la tolerancia.
En este supuesto la tolerancia supone por parte del que la practica, un estado perpetuo de sufrimiento y de sujeccion. Cumpliendo al pié de la letra los preceptos evangélicos que acabo de citar, nadie puede defenderse cuando se vea atacado, aunque fuese por un ladron que viene á arrebatarle lo que posee. Por este principio, toda tentativa de revindicacion por justa que sea, está prohibida como contraria á la moral cristiana. Por esta razon los doctores y padres de la iglesia de todos los tiempos han hecho de la tolerancia una virtud evangélica.
Si tal epidemia de perfeccion hubiera podido cundir, la sociedad no habria llegado jamás á la menor aspiracion de justicia ni los débiles hubieran podido nunca arrancar un derecho, ni el progreso hubiera por consiguiente arraigado su fructífera semilla. Fortuna que tan quimérica virtud es impracticable y contraria á la humana naturaleza.
Así mismo lo ha comprendido la iglesia.
En prueba de ello aquel caso tan sabido del fraile, que encontrándose en un puente con un insolente que le dió un bofeton, puso la otra mejilla, y habiendo recibido el segundo, le dijo: « Yo ya he cumplido con lo que manda Cristo : pero ahora va V. á cumplir con su existencia » y así diciendo y tirando por el puente abajo á su provocador fué la obra de un momento.
¿Mas, qué estais diciendo? me parece que oigo á los defensores de la tolerancia ilustrada; nosotros no predicamos esa tolerancia evangélica que traspasa los límites de la justicia y del derecho; nosotros no queremos ni el abuso ni el desórden, sino que se respete el fuero interno de la conciencia.
Bien; estamos de acuerdo ; pero estas observaciones serian profundamente justas, si se tratase de una religion inofensiva, que no hubiera hecho mas daño que el que pueden ocasionar sus ideas subversivas; pero no sucede así con la religion católica, pues no solo profesa doctrinas incompatibles con la paz y la dicha del género humano, sino que esas doctrinas serán siempre la norma de conducta de la iglesia.
A parte de los esfuerzos que esta ha hecho siempre para impedir el desarrollo de las ciencias que pueden suministrar pruebas contra la infalibilidad de la Biblia y del papa; á parte de los principios que opone á la libertad, bien de primer órden, superior á todos los bienes y riquezas, que solamente debe perderse con la vida, lo que hace digna no solo de represion, sino hasta de supresion, es el ódio sangriento con que persigue á todo el que no abdica en sus manos su razon y su conciencia.
Ah! si solamente se limitara á lanzar anatemas, sino llevase sus venganzas mas allá de fomentar entre sus adeptos la aversion á los que se separan de su amoroso redil, no habria inconveniente en dejarla subsistir, aunque este proceder inicuo está al alcance de las leyes represivas, nos podríamos contentar con devolverla sentimientos por sentimientos.
Pero la iglesia no se satisface con eso, tampoco le basta levantar sus cátedras y conseguir el triunfo por medio del convencimiento y de la persuacion : cuando ha tenido el poder en la mano, ha patentizado toda la perversidad de su tiranía pormedio de prisiones, destierros, confiscaciones, torturas horribles, que ó bien han terminado en sus in pace ó en los autos de fé; y por último, ejecutando asesinatos como los de la noche de san Bartolomé en Francia, ó levantando guerras esterminadoras como la de los Albigenses.
Cuando, como ahora, se vé reducida al estado de súbdita, aduladora y rastrera, se humilla á los piés de un soberano, espía sin cesar las ocasiones favorables para hacerse escuchar, y cuando lo consigue, pone todo su conato en presentarle constantemente como enemigas del Estado, las personalidades blanco de su furor, acabando casi siempre por arrancar á fuerza de concesiones lo que no puede realizar á viva fuerza.
Vive, en fin, bajo un régimen que no le permite ninguna seduccion cerca del poder? Entonces se abate á los particulares, poderosos por sus riquezas ó por sus influencias, que le restan adictos, y manejando arteramente todos los viles resortes de la calumnia, consigue quitar empleos, arrebatar el crédito, dispersar clientelas, en una palabra, hacer morir al fuego lento de la ruina, á todos lo que no puede inmolar en la hoguera.
Si los amantes de la tolerancia no encuentran exajerado este cuadro que de tan fácil comprobacion es, ¿cómo se atreven á erigirla en deber absoluto, dando así una prueba de ligereza, de mala fé o de maquiavelismo ?
Luego, estos mismos hombres vierten lágrimas de cocodrilo sobre las desgracias y los sufrimientos de la humanidad ; estos mismos hombres no cesan de reclamar la difusion de las luces desgañitándose en predicar que la ignorancia es la causa de la esclavitud, y piden que se conduzca al pueblo á latigazos á la escuela, del mismo modo que se conducen los bueyes al establo. Contradiccion! Ironía!...
Oh! sí! se comprende á estos aristócratas de la libertad y del
talento; bien hallados en el silencio y en la soledad de sus gabinetes, profusamente rodeados de sus autores favoritos, cercados de lujo y de confortable, figurándose en su sibarítico orgullo, que el mundo los escucha con idólatra admiracion, y que no existe sino para su gloria ; se comprende que se dejen llevar en alas de su soñolientas meditaciones sobre la tolerancia y sobre la bella teoria de dejar hacer, dejar pasar. Pero todos sabemos, y las lecciones de la historia están ahí para confirmarlo, lo que estos pseudos-libres-pensadores, saben hacer cuando entran en escena, luego que el pueblo espera de ellos la realizacion de sus esperanzas.
Pues qué, estando comprobado suficientemente por la práctica que la iglesia católica es un enemigo implacable que amenaza de contínuo nuestra libertad, nuestra fortuna, nuestra honra y aun nuestra vida: ¿no estamos en el caso de legítima defensa? ¿Hemos de esperar que caiga siempre su mano alevosa sobre nosotros para librarnos de sus ataques? ¿No aconseja la mas vulgar prudencia que nos deshagamos de los malhechores, imposibilitándoles los medios de hacer mal? ¿Ó es que tambien nosotros vamos á presentar la izquierda megilla, cuando nos hiera la derecha?
Pues la iglesia á pesar de predicar esto mismo, confiesa ingenuamente, que al perseguir á sus adversarios, se acerca mas al modo de obrar del hombre en general, al paso que permanece fiel á sus tradiciones y á los mas severos principios de la lógica.
Hé aquí porque los filósofos verdaderamente dignos de este nombre que buscan la verdad relativa, y no la verdad abstracta y metafísica, han borrado de su vocabulario, tanto en política como en religion, la palabra tolerancia que en teoría tanto se cacarea, pero cuya verdad absoluta no corre parejas con la práctica.
El colectivismo ha invadido tambien el terreno de la filosofia libre-pensadora; pero la tolerancia será siempre á los ojos de verdadero pensador, una señal de debilidad ; á menudo una necedad, muchas veces una falta, y alguna vez un crimen.
Oh! La historia de los últimos quince siglos demuestra completamente el largo tiempo que la iglesia persigue á su enemiga, la Razon, en nombre de una pequeña moral, á la que ella falta por supuesto, la primera ; ya ha llegado el tiempo de levantarse contra ella en nombre de la gran Moral, que es el fundamento y conservacion de las sociedades : La ley natural.
Entónces la Razon y la Verdad se habrán impuesto á la inteligencia humana por la fuerza de su identidad, y no será posible la tolerancia del error por mas tiempo.
La Libertad de cultos habrá colocado ya suficientemente unas sectas enfrente de las otras para demostrar sus absurdas analogías y homogeneas relaciones, que mantienen, no obstante el ódio entre los diversos pueblos de la tierra, sustentado por el interés de sus sacerdotes, y la humanidad, ansiosa de solidarizarse política y económicamente, habrá encontrado la última fórmula de la perfeccion social espresada en estos términos :
ABOLICION DE TODOS LOS CULTOS Y RELIGIONES.
Para preparar esta nueva era, es preciso luz, mucha luz.
Es preciso, por último, que los actos de la iglesia, hasta aquí encubiertos con toda suerte de mentiras é hipocresías, se presenten á la faz del mundo, rota la careta, para que sean conocidos por lo que son, es decir, crímenes de primer orden, CRIMENES DE LESA HUMANIDAD.
Cuando esta verdad acabe de penetrar en la conviccion de los pueblos, entonces no se hará esperar mucho tiempo la justicia.
¡Nada de tolerancia con la iglesia!
¿Acaso la secta de los estranguladores no ha sido herida
por los rayos de la civilizacion ?

Teobaldo Nieva.